Los estudios etimológicos señalan que el castellano es una lengua romance (una serie de idiomas indoeuropeos que derivan del latín vulgar) y que sus impulsores fueron los romanos alrededor del año 200 a.C. Las palabras del castellano, de todas maneras, tienen diversas fuentes; contamos con términos que provienen del árabe (“ojalá”), catalán (“paella”), griego (“atletismo”), francés (“pantalón”), inglés (“líder”), entre otras tantas lenguas. Se trata de términos que fueron adaptados por el idioma castellano hasta hacerlos propios.
La etimología de las palabras esconde historias y secretos que ayudan a estrechar los lazos que existen, o deberían existir, entre la persona y la lengua. Muchas veces, en sus árboles genealógicos existen sorpresas muy reveladoras, al menos para personas que nunca se hayan acercado a un idioma a este nivel tan íntimo; por ejemplo, descubrir que numerosos términos del inglés provienen del latín, resulta curioso al principio, sobre todo considerando las diferencias de ortografía, fonética y entonación que a simple vista separan a esta lengua del español o el italiano.
El término inglés accurate, por ejemplo, significa preciso, trabajado con mucho cuidado, bien acabado, exacto, riguroso; a simple vista, tomando las palabras castellanas dadas para definirlo, parece que no tuviera ninguna relación con nuestro idioma, el cual sabemos que está íntimamente relacionado con el latín. Sin embargo, en su etimología encontramos el término latinoaccuratus, el cual dista muy poco del primero y tiene un significado prácticamente igual.
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